4.2.16

ampararse

El equilibrio se halla expresándose. No hay paz más apacible que la que siente el alma al dejarse ser. Transparente, sincera. Porque al final, la vida son las palabras que dijimos, los recuerdos que guardamos, las lecciones que aprendimos, las situaciones de mierda que afrontamos. Es necesario agrietarse la piel, sangrar las heridas, inundar de llanto al corazón. Es necesario curarse y aprenderse a querer. No es fácil, mirar al espejo y reconocerse uno mismo. Desvestir al cuerpo de calvarios, de fobias, de miedos, de inseguridades y de todos los incidentes que no nos dejan ver. Es necesario sobrevivir... a nosotros mismos, a las fantasías que asechan el pensar, a las personas destructivas, al cólera del resentimiento. Debemos aceptar que cada uno es lo que su entorno hizo que sea, y que algunos aprendieron a extraer la energía de los demás, sin querer cambiar, sin buscar su propio bienestar. ¿Qué sentido tiene vivir con rencor -lastimando, lastimándose uno mismo-, amarrándose al dolor conocido por miedo a sentir algo real y distinto? ¿Qué sentido tiene huir de quien nos quiere querer? Sólo es ciego quien no quiere ver. El mundo está lleno de almas coloridas cargadas de pinceles para esbozar nuestro papel. Lo difícil es juntar las fuerzas y atreverse a pintar, quitarse el miedo a mancharse de colores la piel. Ni duele, ni embuste, sólo genera risas y placer.

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