30.11.07

Lo más fino.

Nunca vio la luz,
no sintió el calor,
no sufrió el dolor,
no vivió el morir.
Muy grande la cruz,
muy chico el honor,
enana actitud
de vivir mejor.

Si encontras algo más fino
que el filo de tu silencio
solo entonces te amaré.
Rebuscada su respuesta,
tanto como tu cabeza
tenías que ser mujer.

Yo sólo quería unos mimos,
Un suspiro de tu ombligo,
Una sopa con sabor.
Eras un rompecabezas,
disfrazado de princesa
eras puro rock and roll.
De este amor que,

Nunca vio la luz,
no sintió el calor,
no sufrió el dolor,
no vivió el morir.
Muy grande la cruz,
muy chico el honor,
enana actitud
de vivir mejor.

Ya había encallado mi barco
en medio de tu pollera,
nunca fui buen capitán.
Y aunque a veces digo basta,
en las noches de subasta,
me las juego hasta ganar.

Como toda señorita
eras bien histeriquita,
eras una ola en el mar.
Siempre cinco para el peso,
siempre abrazo nunca un beso
y ahora ni torta ni pan,
ni este amor que,

Nunca vio la luz,
no sintió el calor,
no sufrió el dolor,
no vivió el morir.
Muy grande la cruz,
muy chico el honor,
enana actitud
de vivir mejor.

Sólo me queda el recuerdo
de este sueño momentáneo,
viejos tiempos de adicción.
A planteos poco cuerdos,
al placer del desengaño,
a la dulce confusión.

Sólo me queda el consuelo
de saberme muy tranquilo,
yo ya se que la pelee.
Me pensaba que era el ciego,
me pensaba que era el pueblo
que era el tuerto y que era el rey.
De este amor que,

Nunca vio la luz,
no sintió el calor,
no sufrió el dolor,
no vivió el morir.
Muy grande la cruz,
muy chico el honor,
enana actitud
de vivir mejor.

29.11.07

Una historia cualquiera

A lo lejos. Ecos resonaban de sus notas. Silencio. Ella se levanta. Anciana. Sus pasos reverberaban en los cavernosos pasillos de la casa. Las sombras se recortaban bajo la luz de la luna tras las ventanas. Había estado tocando horas. Pero nadie la escuchaba. Hacia frío, pero nadie la abrazaba. Vivía sola en su casa. En una casa que durante el día brillaba, bajo la luz del Sol y el calor de la mañana. Pero cuando el astro se escondía, la belleza terminaba. Entonces la casa era solo un recinto, muerto, sin palabras. Sin risas, sin esperanzas. Como el alma que ella consigo llevaba, solitaria y apesadumbrada. Ella caminaba con él aun en su mente, y el corazón le temblaba. "Tantas horas, tantas horas..." pensaba. "Tantas horas sentada tocando para la casa. Pero la casa no habla. Ojala hubiese alguien que me escuchara". Entonces se giro. Alguien la observaba. Nada. Ella no lo veía pero percibía su mirada, como dos focos en la penumbra que la rodeaba. "¿Quien esta ahí?" gritó. Nadie contestaba. Solo silencio. El crujir de una rama la sobresalto. Giro y choco contra su espía que silencioso la esperaba. Guardián de un secreto poderoso, el espíritu se la llevaba. Pues la muerte había llamado a su ventana. La había mirado y le había robado su alma. Y detrás había dejado su cuerpo anciano, llevándola a una vida nueva, a donde solo los sueños alcanzan.