29.11.07

Una historia cualquiera

A lo lejos. Ecos resonaban de sus notas. Silencio. Ella se levanta. Anciana. Sus pasos reverberaban en los cavernosos pasillos de la casa. Las sombras se recortaban bajo la luz de la luna tras las ventanas. Había estado tocando horas. Pero nadie la escuchaba. Hacia frío, pero nadie la abrazaba. Vivía sola en su casa. En una casa que durante el día brillaba, bajo la luz del Sol y el calor de la mañana. Pero cuando el astro se escondía, la belleza terminaba. Entonces la casa era solo un recinto, muerto, sin palabras. Sin risas, sin esperanzas. Como el alma que ella consigo llevaba, solitaria y apesadumbrada. Ella caminaba con él aun en su mente, y el corazón le temblaba. "Tantas horas, tantas horas..." pensaba. "Tantas horas sentada tocando para la casa. Pero la casa no habla. Ojala hubiese alguien que me escuchara". Entonces se giro. Alguien la observaba. Nada. Ella no lo veía pero percibía su mirada, como dos focos en la penumbra que la rodeaba. "¿Quien esta ahí?" gritó. Nadie contestaba. Solo silencio. El crujir de una rama la sobresalto. Giro y choco contra su espía que silencioso la esperaba. Guardián de un secreto poderoso, el espíritu se la llevaba. Pues la muerte había llamado a su ventana. La había mirado y le había robado su alma. Y detrás había dejado su cuerpo anciano, llevándola a una vida nueva, a donde solo los sueños alcanzan.

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