21.1.16

Del Amor y Otros Demonios

[...] A mediados de marzo, los riesgos del mal de rabia parecían conjurados. El marqués, agradecido con su suerte, se propuso enmendar el pasado y conquistar el corazón de la hija con la receta de felicidad aconsejada por Abrenuncio. Le consagró todo su tiempo. Trató de aprender a peinarla y a tejerle la trenza. Trató de enseñarla a ser blanca de ley, de restaurar para ella sus sueños fallidos de noble criollo, de quitarle el gusto del escabeche de iguana y el guiso de armadillo. Lo intentó casi todo, menos preguntarse si aquel era el modo de hacerla feliz. [...]

[García Márquez]

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