26.3.16

Obsesión no es amor (una carta cualquiera)


Bebe, ¿qué fue lo que nos pasó? Recuerdo los fines de semana que nos íbamos para afuera, o las tardes en que fumábamos en el parque y reíamos sin parar. Te gustaba compartir un vino con la naturaleza, sentarte cual loto y observar. Siempre me impresionó como eso te serenaba -a vos, que nunca parabas de hablar-. Recuerdo como te piraba la mente el cielo estrellado, las noctilucas, la luna compañera. Recuerdo tu inmensa sonrisa ante cosas tan simples como éstas. Yo no entendía mucho, ni del mar, ni del cielo, ni de todos esos cuelgues tuyos, pero disfrutaba tu compañía. Te abrazaba por la espalda abrigándote el corazón de la noche fría, me gustaba sentir tu calma y tu calor, tu respirar tranquilo ante esa inmensidad que tanto te encantaba. Cuando veías una estrella fugaz te sobresaltabas y me pedías que observara el cielo, que yo también podía verlas y pedir deseos. Pero nunca tuve tu fortuna ni tu paciencia, ni más deseos para pedir que ese momento que vivíamos. Además, tu simple presencia me distraía de observar... Pero quizás tendría que haberte escuchado, y haberme detenido un instante en búsqueda de una estrella, y haberle deseado que siempre estuvieras. Pero no lo hice, porque no lo entendía y es probable que aún no lo entienda. Recuerdo esas tardes en que llorabas y repetías que así no aguantabas más, que querías irte de mi y de esta ciudad. Y un día desperté y no estabas, a veces me castigo pensando que te dejé marchar, y otras veces comprendo que tu alma era demasiado libre como para quererla enjaular... Y yo no entendía de otras cosas que no fueran ataduras, vos me lo explicabas, pero siempre fui sordo para escuchar. Y me dolió, porque no fuiste capaz de dejar una nota, ni de volver a llamar. No sabía como encontrarte y extrañaba las noches en vela charlando en la inmensidad, extrañaba tu abrazo acurrucado en busca de abrigo y las mañanas en que me despertabas hambrienta de deseo, extrañaba el placer de sentir tu piel en mi piel y extrañaba poder llenar el espacio con tu risa, tu locura y hasta con tu amargura. Te extrañaba completa, a todo lo que sos -o a lo que en ese momento eras-.

Ahora ya hace un tiempo que no te extraño más, más por costumbre que por realidad, porque me cansé de buscarte y no encontrarte. A veces caigo en la duda de si fuiste real... pero te recuerdo y te siento en el pecho, aunque ya no lo llenes. En mi prendiste algo que me fue imposible apagar. Supongo que eso era amor, por lo menos lo que vos me dabas. Yo era muy verde para entenderlo e involucrarlo y sólo demandaba. Hoy si veo algunas de las cosas que me explicabas. Si pudiera regresar en el tiempo... pero no puedo... y opto por distraerme con cualquier mujer, pero siempre acabo buscándote... Y vuelvo al comienzo, a extrañarte otra vez. Siempre dijiste que tengo que curar esta obsesión, recuerdo tus palabras como si fuera hoy: "sólo demandas, nunca devolves amor". Y puede ser... porque cuando te tuve no te quise, y ahora que no estás, hace años que te espero. Y al saber que no vas a volver, más te deseo.

Ojalá un día me leas y me escribas. Ojalá no falte tanto para ese día. Yo aquí estoy, escuchando las agujas del reloj en mi casa frente al mar -que elegí porque se que te va a gustar-. Por las noches, salgo en busca de estrellas fugaces, con la esperanza de que te traigan de vuelta de donde sea que te hallan llevado.

Abrazo grande bebe.

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