8.12.15

El don del águila

[...] Quería tomarla de la mano. Lo intenté, pero no pude mover el brazo. Como ya tenía cierta experiencia de moverme en ese estado, me propuse ir al lado de la Gorda. Mi deseo era abrazarla, pero en vez de eso me desplacé hasta un punto tan próximo de ella que nos fundimos. Yo estaba consciente de mi individualidad, pero al mismo tiempo sentía que era parte de la Gorda. Esa sensación me gustó intensamente. [...]


[Carlos Castaneda]

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