Después de un tiempo aprendí como eran las cosas. Me volví menos princesa y más hombre. Menos princesa y más yegua. Porque es mentira que existen los príncipes, y es verdad que la vida es más hot si se es más yegua. Si se disfruta, en vez de si se llora. Tampoco es que me voy al carajo, sólo entendí que no tenía que ilusionarme con cada quien que me decía "hola" y que además, podía sacar provecho de ello. Sin estres, sin control, sin que duela. Sobretodo sin que duela.
Pero en el momento que había decidido aplicar estos conocimientos a más no poder, apareció un chongo. ¡Y que chongo! No se que hizo, pero me vuela la mente. Y acá estoy, volví a ser princesa. Tanto esfuerzo para nada.